Quisiera hacer tanto y me siento tan pequeña. Veo las cosas que pasan a nivel Mundial; el hambre, la persecución, la violencia, etc y me duele profundamente. A su vez veo la gente que actualmente hacen algo activamente y de momento quisiera unirme. Pero he descubierto algo tan importante para mi y quiero compartirlo. Soy madre y ese es mi apóstolado. Por mi forma de ser, me inclino a pensar que hay que hacer grandes cosas para sentirme que he hecho algo. Porque ser esposa y madre es de esas cosas que dentro de su sencillez, es compleja, grandiosa y pequeña. La verdad es que cumplir a cabalidad dicha tarea no es fácil; es donde esta la esperanza de nuestro futuro.
¡Que gran misión a puesto Dios en mis manos! Casi toda mujer puede parir,eso no es algo nuevo o diferente mas bien lo esperado, lo natural. Lo normal de la maternidad era lo que me hacia sentir pequeña ante todo. Ahora veo la importancia de las pequeñas cosas, de esas cosas cotidianas que hacemos o no hacemos a diario.
Educar a nuestros hijos guiados por la luz, comprendiendo que es una tarea de dos personas que para la crianza se hacen una. Creo fielmente que el futuro esta en los niños y jóvenes, en nosotros esta darle las herramientas, ahí esta mi trabajo.
En mi caso el llamado no es hacer cosas notorias que salgan en las noticias, en los diarios, ¡NO! Es asumir mi vocación con compromiso, sin mediocridad y con la mirada en el cielo. No es mirar y soñar con lo que no me toca a mi. Mas bien es sembrar compasión en mis hijos. Con la esperanza que ellos aprovechen la energía de la juventud en hacer cosas pequeñas o grandes para el bien de el mundo.
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